Seminaries Need You
Name: Claudia Aguilar Rubalcava
Pronouns: She/Her/Hers
Ethnic Identity: Mexican
Denomination: Presbyterian Church (USA)
Ministry Role: Pastor
Ministry Context: Denver, CO
Seminary Attended: Columbia Theological Seminary
**This letter is first in English followed by Spanish**
Hi!
My name is Claudia Aguilar Rubalcava. I am a proud dual citizen of Mexico and the United States. I moved to the U.S. in 2006 to go to seminary after hearing from a mentor and his seminary friends: “We need you here.” I really think they said it just to encourage me to apply and not so much because I was really needed in their Southern, mainline Protestant seminary. But I can tell you this, meaning every word: “Seminaries need you.”
Seminaries need you because, we, people of color, are the majority in the world. Because our communities need theologically trained pastors, critical thinkers, and creative ministers and teachers. And seminary does help you develop the necessary skills to do ministry. Seminaries need you because they need to grow and expand their notions of what is good theology and what is academic rigor. Seminaries need your thoughts, your voice, your music, your culture…
It took me a while to realize that my seminary needed me. That I was essential to dismantling a rhetoric and pedagogy based on white supremacy. That I brought as much to the table as what I was being served. That I was both student and teacher, hearer and prophet.
And it was not easy. Having a dual role is difficult in itself but having a dual role in a place that resisted it was even more difficult. I remember being told by my classmates that I was getting good grades because professors had pity on me, being asked to not speak Spanish or pray in Spanish in worship because they didn’t understand what I was saying, or even asked if I was willing to clean my classmate’s bathroom because “that’s what Mexicans do.” I had a professor call me the semi-Pelagian (a type of heretic who believes that human actions have something to do with individual salvation – I am oversimplifying here) for a whole academic year because of my faith tradition. My response was usually the same: report to the supervisor or authority responsible for that person and work my butt off. I read and studied more than I normally would – I am pretty good at being a student in standardized education, but not motivated enough to try to excel – and tried my best to prove everybody wrong. I ran a lap around campus when I got the results of the ordination exams and learned that I had passed them all, at once, on the first try, in English. In my denomination, Presbyterian Church (USA), ordination exams are graded blindly. You cannot write your name or write at any point anything that may indicate your gender, age, ethnicity, or race. No one could be grading me out of pity. And I had won.
I wish I could say that felt really good, but it didn’t. I mean, it felt good for five or six hours while I celebrated with queso, chips, and a margarita. Because I was measuring my worth by their standards, not God’s. I was already called, anointed, and worthy of God’s love. It was when I realized that I was called “good, smart, blessed, and creative” by God before anyone else did that I could find peace and could move on and do my work.
Some of the resources that helped me move in that direction were a gift from the committee overseeing my ordination. In one of my meetings with them, they said to me: “embrace your roots.” I was a Mexican, Roman-Catholic-raised, woman. I needed to embrace it all. So I started reading liberation theology and mujerista theology. Three of the books that helped me the most were Holy Trinity, Perfect Community by Leonardo Boff, Introducing Liberation Theology by Leonardo and Clodovis Boff, and En la Lucha/In the Struggle: Elaborating a Mujerista Theology by Ada-Maria Isasi-Diaz.
The one spiritual practice that nourished me to wholeness was attending chapel every single day it was offered. It centered me, it reminded me of who was calling me and why I was there.
I am praying for you as you are entering the holy ground of theological education. You are needed there. God has called you. I am rooting for you.
Claudia
¡Hola!
Me llamo Claudia Aguilar Rubalcava. Soy una orgullosa doble ciudadana de México y los Estados Unidos. Me mudé aquí en el 2006 para estudiar en el seminario después de escuchar innumerables veces a mi mentor y a sus amigos: “Te necesitamos aquí.” La verdad es que creo que lo decían para animarme a hacer la solicitud para el seminario y no porque realmente creyeran que su sureño seminario protestante me necesitara. Pero puedo asegurarte lo siguiente, afirmando cada palabra: “Los seminarios te necesitan.”
Los seminarios te necesitan porque nosotros, la gente de color, somos mayoría en el mundo. Porque nuestras comunidades necesitan pastores entrenados en instituciones teológicas, pensadores críticos, y ministr@s y maestr@s creativ@s. Y los seminarios nos ayudan a desarrollar las habilidades para ser ministr@s. Los seminarios te necesitan porque necesitan sus nociones de qué es una buena teología y qué es el rigor académico tienen que crecer y expandirse. Los seminarios necesitan tus ideas, tu voz, tu música, tu cultura…
Me tomó un tiempo darme cuenta de que mi seminario me necesitaba. De que yo era esencial para desmantelar una retórica y una pedagogía basadas en la supremacía blanca. De que yo aportaba tanto a la mesa como lo que se me servía. De que yo era ambas, estudiante y maestra, oyente y profeta.
Y no fue fácil. Tener un rol dual es difícil en sí mismo, pero tener un rol dual en un lugar que resistía dicho rol fue aún más difícil. Recuerdo que mis compañeros me dijeron que obtenía buenas calificaciones porque los maestros me tenían lástima, que me pidieron que no hablara u orara en español durante los servicios de alabanza porque ellos no entendían lo que estaba diciendo, o incluso que me pidiera un compañero si estaba dispuesta a limpiar su baño porque “eso es lo que hacen los mexicanos.” Un profesor me llamaba la semi-pelagiana (un tipo de hereje que cree que las acciones humanas tienen algo que ver con la salvación individual – estoy sobre-simplificando el asunto aquí) por todo el ciclo escolar por mi tradición. Mi respuesta generalmente era la misma: reportar el evento al supervisor o autoridad correspondiente y trabajar incansablemente. Leí y estudié más de lo que normalmente lo haría – soy una estudiante muy decente en educación estandarizada, pero generalmente no estoy motivada para ser un as – y me esforcé por demostrarle a todos que estaban mal. Corrí una vuelta alrededor del campus cuando obtuve los resultados de mis exámenes de ordenación y supe que había pasado todos juntos, a la primera, en inglés. En mi denominación, la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos, los exámenes de ordenación son calificados ciegamente. No puedes escribir tu nombre o cualquier cosa que indique tu género, edad, etnicidad, nacionalidad o raza. Nadie me podía calificar por lástima. Había ganado.
Quisiera poder decir que se sintió muy bien, pero la verdad es que no. Quiero decir, se sintió bien por cinco o seis horas mientras celebraba con queso fundido, totopos y una margarita. Y no se sintió bien porque estaba midiendo mi valor bajo sus estándares, no los de Dios. Yo ya había sido llamada, ungida, y merecedora del amor de Dios. Fue cuando me di cuenta de que había sido llamada “buena, inteligente, bendecida y creativa” por Dios antes que por cualquier otra persona que pude encontrar la paz, seguir adelante y hacer mi trabajo.
Algunos de los recursos que me ayudaron a ir en esa dirección fueron un regalo del comité que supervisaba mi ordenación. En una de mis reuniones con ellos, me dijeron: “aférrate a tus raíces.” Yo era una mujer mexicana, criada en la iglesia católica. Necesitaba aferrarme a todas mis identidades. Así que empecé a leer teología de la liberación y mujerista. Tres de los libros que me ayudaron más fueron La Santísima Trinidad es la mejor comunidad de Leonardo Boff, Cómo hacer teología de la liberación de Leonardo y Clodovis Boff y En la Lucha: Construyendo una Teología Mujerista de Ada-María Isasi-Diaz.
La práctica espiritual que me alimentó fue el ir a los servicios de capilla todos los días que se ofrecían. Me centraban, me recordaban quién me llamaba y por qué estaba allí.
Estoy orando por ti mientras entras al espacio sagrado de la educación teológica. Eres necesitado allí. Dios te ha llamado. Te estoy echando porras.
Claudia
Book: Introducing Liberation Theology by Leonardo and Clodovis Boff
Book: En la Lucha/In the Struggle: Elaborating a Mujerista Theology by Ada-Maria Isasi-Diaz
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